La técnica, reversible y destinada a las personas con miopía y astigmatismo leves, consiste en llevar lentillas de noche para modificar la curvatura de la córnea y ver mejor de día. ¿Es eficaz? ¿Qué riesgos tiene? ¿Por qué no hemos oído hablar antes de esta alternativa? El doctor Phat-Eam Lim, cirujano oftalmólogo, es especialista en la adaptación de estas lentillas.

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Ortoqueratologia

¿Cómo funciona la ortoqueratología?
La técnica utiliza lentillas semirrígidas cuya cara interna tiene una forma particular: “Estas lentillas obligan a las células del epitelio, la capa más superficial de la córnea, a posicionarse donde queramos durante su migración natural de la periferia hacia el centro”, explica Lim. La periferia se hace más espesa y el centro se afina. Al final, sobre un diámetro de unos 5,5 mm, la superficie de la córnea se vuelve menos curva. Las capas celulares más profundas no se ven modificadas.

“De manera que la córnea no se aplasta, como a veces se oye”, agrega el especialista. “A lo largo del día, las células epiteliales se renuevan y recobran su posición inicial, de ahí la reversibilidad de la corrección”. Llevar las lentillas de noche durante siete horas, a veces menos, permite disfrutar de una nitidez visual de 10/10 al día siguiente.

El hecho de llevar las lentillas al dormir puede sorprender, pero para el doctor Lim es una ventaja: “Por la noche, las condiciones de higiene son máximas. Por otra parte, las lentillas de ortoqueratología cubren una superficie débil y son muy permeables al oxígeno. Lo más importante es dejar que la córnea respire. Y eso ocurre mejor durante el día, cuando la córnea está libre y las lágrimas eliminan mejor el polvo y cualquier otra sustancia contaminante”.

¿Quién puede beneficiarse de las lentillas de ortoqueratología?
Estas lentillas corrigen la miopía hasta -4 dioptrías y el astigmatismo hasta -2,5, los dos al mismo tiempo si fuera necesario. “Ofrecen una verdadera alternativa a la cirugía para todas las personas que deseen liberarse de las gafas o de las lentillas de día pero que no quieren o no pueden operarse, lo cual puede suceder en caso de contraindicación o cuando las dioptrías no se han estabilizado”, explica Lim. A veces, pueden utilizarse cuando las lentillas convencionales se desaconsejan. Para los deportistas y los profesionales que trabajan en el medio acuático o en ámbitos en los que hay polvo son muy útiles.

Los niños y los adolescentes también pueden beneficiarse de este sistema de corrección. “No hay edad mínima para llevar estas lentillas”, precisa el médico. Sin embargo, lo ideal es esperar a que el niño sepa respetar las precauciones de higiene de las lentillas, para que pueda ponérselas y quitárselas solo, lo cual sucede a partir de los 8 o 10 años. Parece que la ortoqueratología permitiría incluso estabilizar la miopía en el niño. Un estudio internacional actualmente en curso podría confirmar esta hipótesis.

Las contraindicaciones absolutas son raras y conciernen principalmente a las personas con enfermedades de la córnea, como las distrofias. En caso de insuficiencia lacrimal o de que la córnea sea demasiado plana el uso de las lentillas puede intentarse, pero el resultado no es siempre satisfactorio.

¿Qué riesgos existen?
Por la noche, a menos que haya que levantarse demasiado (para amamantar a un bebé, por ejemplo), las lentillas apenas molestan. Sin embargo, pueden desplazarse dentro del ojo, lo que puede perturbar la visión al día siguiente o inducir halos nocturnos en las personas con pupilas grandes.

Un temor, después de muchos años de uso, es que la córnea termine por deformarse definitivamente. “Después de dos años hemos demostrado que ésta no se mueve y que en los países donde se utiliza la técnica desde hace quince años no ha habido problemas particulares”, destaca Lim. “Dado que sólo el epitelio corneal experimenta modificaciones y que éstas son temporales, tenemos muchos motivos para pensar que la ortoqueratología no provoca complicaciones. Sin embargo, es verdad que faltan estudios a largo plazo para garantizar su inocuidad”, agrega.

Como con cualquier tipo de lentilla el principal riesgo es el de infección. A comienzos de 2000, equipos chinos registraron casos de úlceras en la córnea, sobre todo en niños y adolescentes. Los especialistas insisten en la importancia de la higiene de la lentillas, pero también de los estuches. Los padres deben estar muy atentos a la manera en que proceden sus hijos y llevarles al médico al menor signo sospechoso (rojez, dolor…). Un uso inadecuado puede irritar la córnea y aumentar el riesgo de infecciones.

“Después de 10 o 20 años es posible que constatemos algunas modificaciones de la córnea, similares a las que observamos con las lentillas ordinarias, pero ese efecto no ha sido demostrado”, dice Lim.

Un método que puede tardar en desarrollarse
La ortoqueratología existe desde los años sesenta. Durante mucho tiempo la técnica la proponían ópticos y otros profesionales que no eran médicos. Los oftalmólogos mostraban su reserva dado que desconocían de qué manera se modificaba la córnea. Después se perfeccionaron las técnica de medición, que permitían proponer lentillas adaptadas y asegurar así que fueran bien toleradas. La biocompatibilidad y la permeabilidad de los materiales utilizados para su fabricación también han avanzado. La ortoqueratología, abandonada durante un tiempo en beneficio de la cirugía, se retomó en Estados Unidos y en algunos países de Asia. Poco a poco se va introduciendo en Europa.

La ortoqueratología es una técnica especial que no la realizan todos los profesionales, ya que requiere que el profesional cuente con gran experiencia y con una instrumentación especial. Uno de estos instrumentos es el »topógrafo corneal», explican desde la clínica española Fernández-Velázquez. “Por medio de este aparato es posible obtener un mapa de la superficie corneal para diseñar las lentes necesarias, realizar una valoración sobre la viabilidad del caso, poder controlar y medir el efecto de moldeo que la lente realiza una vez puesta”, explican. Otros aparatos necesarios para realizar esta técnica es el paquímetro corneal, el tonómetro y la lámpara de hendidura.

En la práctica, ¿cómo evitar los inconvenientes?
Es esencial dirigirse a un oftalmólogo-contactólogo formado en ortoqueratología, que pedirá y adaptará las lentillas.
Las lentillas suelen estar listas al cabo de una semana. Se pagan una vez que se haya verificado que se adaptan bien al ojo del paciente. Durante la segunda cita el experto explicará las reglas de higiene.
La primera visita de control tiene lugar el día después de la primera noche de uso. Las miopías leves suelen corregirse tras la primera vez. Las citas posteriores son más espaciadas: a la semana, a la quincena, al cabo de tres meses, al cabo de seis y después cada año.
La adaptación de las lentillas cuesta entre 250 y 400 euros. El par vale entre 200 y 250 euros para los menores de 16 años y entre 400 y 460 para los adultos.
Las lentillas se renuevan cada 12 o 18 meses

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